Los trabajos que integran este volumen abordan el magnífico tópico de la memoria simbolizada en la morada y el morar humanos, y exploran en conjunto los vínculos hermenéuticos, antropológicos y poéticos que existen entre ellos. Los múltiples significados que se pueden atribuir a los vocablos -a raíz de su dimensión arquetípica y atávica- y la vastedad de sentidos que pueden suscitar como proyección hacia el porvenir y lo imprevisible, constituyen el problema central de la obra. Además de abordar la etimología de la palabra ?morada?, Rossana Cassigoli se aproxima a los enigmas que se extienden sobre los impulsos de la edificación, el arreglo del espacio íntimo, la práctica de la domesticidad y de la memoria oral y gestual. Lejos de la ?ontología fundamental? heideggeriana y con una profundidad extraordinaria y entregada en un lenguaje diáfano y directo, ?la fenomenología poética? de Rossana Cassigoli logra atraer con la palabra los objetos ordinarios de este mundo, rescatarlos para nuestra mirada y hacerlos hablar para una memoria adormecida. Memoria y morada constituyen alegorías cíclicas y perviven en los hábitos gregarios albergadas en las prácticas; asimismo, enriquecen al unísono las pasmosas subsistencias de las formas colectivas. La autora sustenta la idea que la casa que habitamos, el hogar simbolizado por el pensamiento desde el fuego y la caverna platónica -la figura más humilde y a la vez totalizadora de la experiencia humana y su metáfora predilecta- encarna en sus moradores la memoria de una práctica atávica. La práctica antropológica de la domesticidad, por un lado, la práctica filosófica y poética de la interioridad, por el otro. Rossana Cassigoli lleva a cabo una original etnografía hermenéutica de la casa, morada, hogar o domicilio, asignándoles a cada uno de estos vocablos una inflexión distinta; una interesante investigación que representa un gran avance en la comprensión de la espacio-temporalidad del ser humano, en la profundidad de su habitar cotidiano.