El personaje, un urbanita que acude a un caserío para completar su aprendizaje del euskera,descubre, más allá de una lengua viva y considerablemente distinta a la que le han enseñado, una sociedad y un modo de vida cuyas reglas y entresijos desconoce radicalmente. El choque, obviamente, es brutal... y desternillante.
Estamos ante una novela considerada unanimemente como el espejo de toda una generación llevado a la literatura sin la menor carga de complejos.
De la misma manera, la novela de Sagastizabal constituye una afable vía de aproximación a un país en el que el humor, por paradójico que pueda parecer, es uno de los hilos conductores de la vida cotidiana.