El análisis de las prendas, joyas o accesorios que compraban o lucían nuestros antepasados, según su clase social, aporta información muy valiosa sobre su identidad, gustos o costumbres. De igual forma, estas cuestiones ahondan entre las diferencias entre el ser y el aparentar, en una época en la que las modas comenzaron a sucederse de manera vertiginosa y en la que emergía una clase media instada por la mejora de la economía y las proclamas ilustradas sobre la valía de los esfuerzos individuales como méritos independientes del rango. Vestirse y adornarse según las tendencias en boga se convirtió en un requisito para mostrar que, por lo menos en apariencia, se quería formar parte del nuevo espíritu de avance y apertura hacia lo europeo.