Es una obra crítica con muchas de las prácticas y teorías educativas y pedagógicas vigentes en los años ochenta, que no obstante haberse demostrado ineficaces, todavía se mantienen.
Ni la sobreprotección, ni la inhibición favorecen el desarrollo infanto-juvenil. Por su parte, una educación basada eminentemente en el castigo: educación punitiva, tampoco resuelve los problemas de convivencia, ni permite una buena adaptación personal y social de niños y jóvenes.
La alternativa más aceptable, la educación asertiva, sólo puede generalizarse, si se consolidan unas actitudes de rechazo hacia estos otros modelos educativos.