Sobre este fundamento surge la segunda tarea que se proponen estos estudios: captar esa esencia unitaria en la multiplicidad de sus diferentes formas típicas posibles, eliminando con ello el prejuicio según el cual existiría «una única mística, siempre idéntica». Solo entonces cabe entender en su peculiaridad a personalidades tan significativas como el alemán Maestro Eckhart, el indio ankara, el griego Plotino o los místicos de las escuelas del budismo mahayana, evitando que sus aportaciones desaparezcan en la noche común de la «mística en general».