Se dedican varios capítulos completos al Credo o el símbolo de la creencia moderna, analizando los diversos credos: el Credo de los brahmanes, el Credo de la antigua Shasta, el Credo chino, el Credo de los israelitas, el Credo de los cheroquiés salvajes de América del Norte y el Credo de los parsis, entre otros.
Y así se continúan analizando todos los elementos básicos de la Misa, sus orígenes, misterios e influencias.
Para terminar analizando las festividades religiosas antiguas comparadas con las modernas, los doce signos del Zodíaco y su significado, un repaso por los cambios producidos en los principales Concilios y dándonos un esquema histórico del establecimiento primitivo del cristianismo en Egipto.
«Desde el primer capítulo de esta obra, aportaremos pruebas para demostrar que el culto solar, por misterioso que parezca, se encuentra grabado en hueco en la piedra angular del edificio perteneciente a los dogmas y ritos de la fe más difundida en Europa; y haremos ver que esta latría del gran astro relaciona sin intermediario alguno a los fieles del cristianismo con el más puro culto rendido al Gran Arquitecto.
Esto es lo que hicieron también los fundadores de las religiones anteriores, si bien cubriéndolo con otros velos; así exponen aún esta latría los depositarios de creencias rivales, empañadas con el vaho de imponentes absurdos y abigarradas y pomposas naderías.
De todo esto deduciremos, de acuerdo con los iniciados antiguos y modernos, que la filosofía moral está más próxima a la religión-fundamental que ninguna de las idolatrías y dogmáticas instituciones que ella depura y purifica; que en el seno de la creencia moderna reencuentra esa religión cual un diamante en su ganga, como la vitalidad de la sangre en los vasos obstruidos, y que, para que los filósofos no desprecien a los dogmas absurdos y a los ritos bizarros, sus hierográmatas tienen que recurrir a ponerlos bajo el amparo de la religión-fundamental, o sea, de la Moral».
José María Ragón
José María Ragón, fue un literato francés, uno de los masones más distinguidos de su época y de los escritores más notables de la Orden.
Murió a los 81 años de edad y a los 60 de su iniciación y advenimiento a la vida masónica.
Siendo muy joven todavía, fue nombrado cajero de la recaudación general de impuestos de la ciudad de Bruges (Lys), en donde fue iniciado.
Habiendo sido nombrado jefe del despacho del Ministerio del Interior, pasó a París, en donde fijó su residencia, tomando una parte muy activa en todas las manifestaciones de la accidentada vida masónica de su época, fundando algún tiempo después los tres talleres de los Trinosophos, que llegaron a ser una de las Logias más notables de aquella capital y de la que fue Venerable Presidente durante muchos años.
También tomó una parte muy activa en todos los trabajos de reforma que llevó a cabo el Gran Oriente, del que fue siempre acérrimo partidario, y muy especialmente en los que se llevaron a cabo para la introducción y propagación en Francia del Rito de Misraim. Ésta, que fue sin disputa la época más activa y floreciente de su larga carrera masónica, nos ha sido transmitida por él mismo.