Metáfora de otros viajes y cifra del tiempo vivido, Mis dos mundos despliega desde el Sur una incisiva mirada sobre las condiciones del presente y del pasado cercano: el efecto desintegrador de la mundialización y su apuesta por los paisajes clónicos, los extrarradios sin amparo y los habitantes indeterminados, el peaje de vacío que conllevan ciertas migraciones, la convivencia urbana con las ambiguas formas de lo natural...
En voz baja y de modo aproximativo, Sergio Chejfec va dibujando un cierto estado del alma (entre la decepción y el miedo, la confusión y la incertidumbre) en el que no resulta extraño reconocerse.