Como soldado profesional participó en los sucesos más importantes de finales del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX: con diecisiete años combatió en Filipinas para someter la insurrección indígena del Katipunan, durante el desastre del 98; participó en el sangriento conflicto marroquí, al mando de las tropas moras policía indígena y regulares, y luego de sus legionarios; estuvo en misiones militares y políticas en el extranjero, donde conoció a personalidades como Joffre, Pétain, Lyautey y Mussolini; se enfrentó a las Juntas de Defensa y a la II República azañista, por la que fue depurado; más tarde promovió el ascenso de Franco a la Jefatura del Estado y creó el mito «Franco Caudillo»; fundó Radio Nacional de España, la radio oficial de los nacionales, en colaboración con periodistas y escritores como Ruiz Albéniz, Aznar, Rato, Ridruejo y Giménez Caballero.
Millán Astray rindió culto a la mística de la muerte y del sacrificio, inspirándose en el Bushido código de honor de los samuráis, ideario que vertió en el Credo Legionario, ideario que transformó a sus hombres en «novios de la muerte».
Tuerto, manco, mutilado en el alma y en el cuerpo, histriónico, adorado por unos, temido y despreciado por otros, el general fue un superviviente de sí mismo. Quiso que en su lápida sólo se leyeran estas palabras: «Millán Astray, legionario».