«Trata del amor perfecto, pero en sus propios términos; no habla de él, lo da por sentado, y se ocupa, casi del principio al fin, de un asunto que en general pasan por alto quienes escriben sobre sus perros: su vida sexual» (César Aira).
«Sacude nuestras ideas preconcebidas sobre los sentimientos de los perros, y sus relaciones con el hombre» (Michiko Kakutani, The New York Times).
«Ha merecido los elogios de gigantes literarios como Julian Huxley y E. M. Forster y sigue apareciendo en las listas de los mejores libros sobre animales y también en las listas de los mejores libros del siglo XX» (Elisabeth Marshall Thomas, autora del prólogo de la obra).