La memoria más importante que debemos desmitificar hoy no giran entorno
a la violencia de los 70, sino al fascismo que penetró instituciones,
movimientos e ideologías y encarnó en los militares, en el peronismo y,
por último, en la izquierda revolucionaria. Pido confesiones y perdones
públicos, responsabilidad en vez de silencio. Precisamos una poderosa
catarsis sanadora.
Estoy convencido de que cuando reclamo un único memorial para todas las
víctimas de la violencia soy el mismo Héctor Ricardo Leis que era en esa
época, cuando tomé equivocadamente las armas. Mi sentido de justicia y
verdad continúa intacto. Quiero desarticular las herencias que impiden a
nuestros jóvenes tornarse dignos de la democracia y el Estado de
derecho.
El progreso moral de una Nación no responde a un determinado proyecto de
país, sino de ser humano. Un ser humano que busca la reconciliación con
el pasado de la Nación y que no teme que sus pares lo acusen de traidor
o arrepentido cuando se pone a