Argumento de Memorias de Un Revolucionario (edición en Tapa Dura)
En Memorias de un revolucionario Kropotkin cuenta sus ciencuenta primeros años de vida. Debe advertirse al lector que se enfrenta con un libro delicioso: no va a encontrarse con soflamas anarquistas ni con autopegado de medallas, sino con un texto que podrían haber escrito a ocho manos Tolstói y Julio Verne, Santiago Ramón y Cajal y Enrique Tierno Galván, Buenaventura Durruti y Francisco de Asís. El aristócrata y el trabajador, el paje de cámara del emperador y el escritor sin recursos, el estudiante, el oficial, el científico, el explorador en tierras desconocidas, el administrador, el revolucionario perseguido...todas las facetas de su vida se van desplegando con un estilo tan sosegado como terso.
El personaje que aflora de la narración tiene una extraña fuerza literaria y, en no pocas ocasiones, novelesca: el niño Kropotkin, con el cabello rizado, vestido de paje y colocado cerca del emperador Nicolás; el joven militar que recorre a uña de caballo toda la extensión de Rusia, desde Siberia hasta San Petersburgo para entregar un despacho, en un viaje de 24 días con sus noches, y acude esa misma noche a un baile de sociedad en la corte (la juventud es una gran cosa, anota); el prisionero Kropotkin mandando a paseo al gran duque Nicolás , el hermano del zar, que ha acudido a su celda para interesarse por aquel curioso aristócrata descarriado; el prisionero que durante siete días le cuenta a otro desconocido encarcelado en otra celda la Comuna de París, mediante un código de golpes en los muros...0