El momento actual nos parece especialmente apropiado, ya que el pasado 6 de junio de 2004 tuvo lugar la apertura oficial del proceso de beatificación y canonización del siervo de Dios Igino Giordani.
Era cristiano, sí, pero no ingenuo; a no ser que ingenuo quiera significar sencillo, sincero, hombre de bien, honesto, no malicioso, no intrigante, etc. Porque así fue, precisamente, Igino Giordani.
Con su autobiografía, Giordani dirá mucho al político y al simple ciudadano que vive aquí y ahora, porque la validez de sus intuiciones y de su compromiso con Dios, con el hombre y con la sociedad trasciende su propio momento histórico y circunstancial: su testimonio constituye un reto al cristiano que no acaba de creer que la santidad puede y debe ser, también hoy, patrimonio del hombre de la calle.