A través de la percepción recibimos la información y es en la memoria donde se acumula la misma para un uso futuro. El pensamiento utiliza ese conocimiento otorgado por la percepción y la memoria, combinándolo y organizándolo en nuevas pautas y nuevas combinaciones.
Si únicamente tuviésemos la capacidad de percibir, nos encontraríamos atados al pasado inmediato. Nuestra capacidad para captar nuevos datos, dependerá de la habilidad que tengamos para procesarlos para el almacenamiento y la recuperación eficientes.
El aprendizaje, entonces, se realiza a través del almacenamiento de información a largo plazo, en forma recuperable. Este almacenamiento está estrechamente unido a la atención y afectividad.
Cuando aparecen dificultades en retención, recuperación o reconocimiento, muchos niños se ven impedidos de acceder a un aprendizaje eficiente.