Nada más parecido al camino de nuestra vida que la preparación y finalización de un maratón. Desde que nacemos nos dan ya el pistoletazo de salida, hasta que atravesamos la línea de meta con los 42.195 metros que ejemplifican el recorrido de nuestra vida, en definitiva, nuestro fin. Todo un mundo por delante que descubrir. Lleno de trampas, zancadillas, contratiempos, sacrificios, esfuerzos, lesiones, madrugadas, fríos, lluvias, vientos, que cada día irán moldeando a la persona y al corredor tanto física como mentalmente, con único objetivo, terminar.