La pasión del cuerpo en Médula hace desde el primer verso del dolor la constante inagotable -algo que aparentemente podría ser insoportable por repetitivo no ocurre porque Médula narra desde el primer instante de los más diversos modos los avatares del dolor convertidos en figuras que es una de sus mayores originalidades y lo hace aparecer personaje principal protagónico central del libro. El dolor actúa entonces todo el tiempo inmerso en mil y una aventuras desde el primer verso hasta el último como agonista que es y que se involucra como en los círculos del Dante en un mismo universo poético creado ex profeso para ese fin.