Esta tradición afirma el potencial divino de la acción humana, abrazando la vida -nacer y morir, envejecer y pecar, penar y celebrar como la energía creativa de Dios en movimiento.
Para él, ser espiritual equivale a estar vivo y despierto; la creación misma es el primer sacramento, que comienza en el corazón.
El camino de Eckhart y de la tradición de la Creación es simple.
No requiere gurúes ni métodos caprichosos ni prolongados ejercicios o retiros.
Por eso lo llamó el "camino sin camino", disponible para todos, señalando que "quien encuentre este camino no necesita otro".