Vive aún el conventillo del barrio Sur montevideano. Hasta sus hospitalarios cuartos ha llegado un viajero enigmático: Nazario, el artesano de los pescaditos, las estrellas y cruces de madera. Como los círculos concéntricos que se forman cuando cae una piedra en el agua profunda del aljibe del patio, la aparición del forastero trae repercusiones y reconocimientos para los otros habitantes del conventillo: María la encargada, Magdalena la prostituta, Pedro y Juan los pescadores, el lleva y trae del Oreja... Una historia de siglos se renueva. Historias eternas del antes y el después confluyen en esta novela del escritor preocupado por la aparente indiferencia de algún ser supremo. Sin embargo, el Creador se introduce en las existencias sin edad de sus "Enviados", a los que de nuevo invoca para que ayuden a enderezar lo que en esta Tierra esté torcido.