Me da un poco de rubor decirlo, pero llegué a publicar más de cien obras, entre novelas y piezas de teatro. Mi éxito se debe, sobre todo, a la creación de argumentos donde intervinieron mis personajes favoritos: Hercule Poirot, el pequeño detective belga con cabeza de huevo, que llegaría a ser tan popular como el mismísimo Sherlock Holmes, o Miss Marple, una abuelita perspicaz y metomentodo que siempre descubría al asesino.
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