Cartas de amor y viejas fotografías de migrantes y revolucionarios llevaron a Alejandra Delgado a buscar y reinventar su propia historia familiar. Una caja encontrada en algún lugar de la casa paterna, llena de cartas fechadas a principios del siglo pasado, pero que conservan el aroma del amor en cada línea, fueron el pretexto para que Alejandra Delgado Santoveña reconstruyera el pasado de sus abuelos, de sus padres y de ella misma. Este relato, lleno de nostalgia, desventura, esperanza y mucho amor, difícilmente puede encasillarse en algún renglón de la narrativa. No es una novela ni una crónica. Es un novedoso híbrido donde la autora, como ella misma lo apunta, ?sabía el final, pero tuvo que imaginar el principio?. Y sabía el final porque es su historia familiar y ella la conoce bien. Pero no tenía información del principio de ésta, por lo que lo tuvo que irlo tejiendo entre recuerdos y deseos de lo que a ella le hubiera gustado que fuera. O tal vez sólo se lo imaginó.