Amy Shelby había sufrido todo lo que una mujer podía soportar. Hacía ya un año que había enterrado su corazón junto a la tumba de su hijo. Después de aquello, ni siquiera su marido, Jesse, que se enfrentaba al mismo dolor, había podido despertar en ella la menor esperanza. Jesse Shelby tenía dos pérdidas que lamentar: la de su hijo y la de su esposa. Desde la muerte del pequeño, Amy se había encerrado en su dolor y nada ni nadie había podido traspasar el muro que había construido a su alrededor. Pero quizá hubiera un manera de volver a recuperar el amor perdido...