El libro pone el acento en la matemática como ciencia social y cultural, más allá de su caracterización usual como tecnología simbólica de naturaleza hipotética deductiva. Frente al papel de poderoso instrumento justificador de la racionalidad del sistema económico - social dominante, esta publicación defiende la matemática como elemento de desalienación y, también, como elemento de goce en sí mismo. También lanza una mirada crítica sobre la enseñanza de las matemáticas: critica las metodologías didácticas usuales, basadas en la resolución de ejercicios rutinarios, y denuncia la evaluación en matemáticas como una herramienta, aparentemente aséptica y objetiva, de selección y exclusión. La enseñanza de las matemáticas, por el contrario, debe posibilitar a todo ser humano que llegue al nivel de placer, de poder y de dolor, que sus condiciones estrictamente personales le permitan, sin que sea el contexto socio económico cultural la principal variable que marque el éxito o fracaso en esta materia.