En la homilía del funeral al día siguiente de su muerte, Pedro Olalde, que convivió los últimos años con José María Mardones, decía: «Esta última semana estabas dedicado intensamente, con ilusión, a la elaboración de un libro sobre las imágenes de Dios. Me diste los tres primeros capítulos para que los revisara. Lo hice y te di mi impresión en la mañana de ayer, el mismo día de tu partida. Dios no es alguien terrible, decías, sino un Padre con entrañas de misericordia. Dios es amor y todo lo hace por amor. Quiere envolvernos en su amor, invitándonos a acoger y desarrollar esta potencia creadora. No hay cosa más nefasta, añadías, que una mala imagen de Dios. Detrás de muchos conflictos humanos y psicológicos subyace un problema religioso. Por eso te dedicaste en cuerpo y alma a iluminar nuestras mentes con una teología y antropología serias. Gracias, Chema, por tu ingente labor. Gracias por ser un faro potente en nuestra condición de itinerantes hacia la plenitud».