Estaba claro que aquello era cosa del destino...Joe Delachamp estaba sin habla: Louisa Clancy era la última persona que esperaba ver al entrar a aquella pastelería. Estaba tan guapa como la recordaba, pero al ver al pequeño de ojos verdes que había a su lado, el médico de urgencias se dio cuenta de que Louisa había estado guardando algunos secretos durante los últimos ocho años. Ahora tenía que buscar la manera de ganarse la confianza del hijo que no sabía que tenía... y el corazón de la mujer a la que jamás había dejado de amar.