Somos la generación de las redes sociales y nos relacionamos con más personas que nunca, aunque pagamos un precio muy alto por ello. Comenzamos respondiendo wasaps mientras cenamos con los amigos o aplazando indefinidamente encuentros y salidas con personas a las que queremos, y acabamos secuestrados por contactos inútiles, e-mails y mensajes de todo tipo y estilo. En el mejor de los casos, nos sentimos desbordados. En el peor, no tenemos tiempo para cuidar aquellas relaciones que más nos importan.
Por eso ha llegado el momento de recuperar el control sobre nuestras relaciones y de ordenarlas para preservar y cuidar las más valiosas. Y para ello tendremos que asumir que no podemos llevarnos bien con todo el mundo ni mantener una relación intensa con muchas personas a la vez, y aceptar que las relaciones a veces se desgastan, mueren o, en ocasiones, renacen.
Y debemos ponernos manos a la obra de inmediato porque, aunque ya sabemos que ni el éxito ni el dinero garantizan la felicidad, sí se ha demostrado que las relaciones personales hacen que unas personas sean más felices que otras.