Hay dos etapas en la búsqueda y control de esas cadenas perdidas: primera, la de su reconocimiento y evaluación por exploradores, y, en segundo lugar, la de sus ascensiones por sus flancos más o menos intrincados y hasta sus cimas principales, tarea que ya corresponde a los alpinistas. Aquellos lugares retirados habían adquirido en el primer tercio del siglo XX una notable fama en occidente por algunos supuestos ilusorios, primero al proponer ciertos exploradores para dos de aquellos picos, el Minya Konka y el Amne Machin, una altitud de unos 30.000 pies, es decir, superior a la del Everest, y segundo, al situar el novelista James Hilton vagamente su fantástico Shangri-La en algún punto oculto entre esas montañas perdidas. Además, como ocurre con frecuencia en las montañas del mundo, las culturas tradicionales locales atribuyen aquí también a estos macizos de cumbres heladas un carácter particularmente sagrado.
Estas razones y alguna curiosidad más llevaron a los autores de este libro a viajar a los lugares que han llamado «más allá del Everest». Primero porque quedan tras él en terreno olvidado en la profundidad del continente; y segundo porque pretendieron ser más altos que la mayor montaña conocida. Este libro está escrito para abrir la puerta a estas cordilleras escondidas de Asia. Es una sugerencia y una guía para vagar largamente, montaña tras montaña, por sus mejores paisajes.
Con la colaboración de Sebastián Álvaro y Joaquín Pallás.