En lugar de "liberalismo" podríamos decir, refiriéndonos con generalidad al mismo fenómeno , la "Ilustración", o la "modernidad". Estos nombres designan el ideal de un mundo que sería completamente humano domesticando primero, y después rechazando y sustituyendo, el mundo cristiano. El mismo MacIntyre ha hablado de la cultura de la Ilustración como de "la cultura precedente". Queda como una de las "tres versiones rivales" de la indagación moral y la filosofía, pero queda cada vez más como el único lenguaje de la cultura oficial. En realidad es precisamente el sustrato necesario para entender la cultura en la que de hecho vivimos, que más bien podría ser caracterizada como la herencia de Nietzsche. Ya que MacIntyre ha demostrado también que, con toda su apelación a la razón universal, la cultura de la Ilustración es únicamente una tradición más, nacida de circunstancias particulares en la historia del cristianismo europeo. Además, es una tradición que: 1) enmascara, y sobre todo ante sí misma, su carácter de tradición; 2) es constitutivamente intolerante, entre otras razones, como necesaria consecuencia de la falta de conciencia de su carácter tradicional; 3) con todo su predicamento y poder como cultura oficial en lo que fue una vez el mundo cristiano, es ya una cultura intelectualmente muerta, porque crea un tipo alienado de humanidad, se desintegra a sí misma, y está obligada a disolverse a sí misma en nihilismo. De hecho, su triunfo coincide con su destrución.