En el prólogo de esta novela, un hombre descubre, al cabo de los años, que su matrimonio no es válido legalmente, ocasión que aprovecha para repudiar a su mujer y casarse con otra. Trece años después, Anne Silvester, la hija de la mujer repudiada, será también víctima, como su madre, de una extrema peculiaridad legal. Sólo que en este caso se trata de la terrible posibilidad de haber contraído matrimonio, sin saberlo, con el prometido de su mejor amiga. Y eso no es todo... Hay otro hombre en liza, al que Anne ha amado y por el cual ha sido deshonrada: el apuesto y cínico Geoffrey Delamayn, «un Hércules moderno» que «añade al instinto irracional del perro la astucia calculadora de un hombre». Bajo los designios de este vi-llano, lo que empieza como una cáustica, y a menudo hilarante, comedia de equívocos se transforma paulatinamente en un horrible cuadro con-yugal de traición, venganza, malos tratos, locura y asesinato.
Marido y mujer (1870), inmediatamente posterior a La Piedra Lunar, pertenece al período de mayor creatividad de Wilkie Collins. Basada en circunstancias reales y centrada en torno a la Ley y a la brutalidad, encierra una atrevida denuncia de la institución del matrimonio, esa «ce-remonia que dice, de hecho, ya que no con palabras: ?Dad el salto en la oscuridad. ¡Lo santificamos pero no damos garantías!?».