Para responder a este propósito se han organizado cuatro capítulos. En el primero se explica qué es un mapa conceptual, en qué principios se sustenta, cómo se construye y cómo se puede introducir al alumnado en su uso. En un segundo capítulo, se muestra su potencial como recurso instruccional, como instrumento de evaluación y como recurso para el análisis de la estructura conceptual del contenido. Como todo diagrama no es un mapa conceptual, se dedica un espacio, el tercer capítulo, a diferenciar los mapas conceptuales de otras representaciones. Finalmente, se presentan algunas reflexiones y sugerencias tendentes a favorecer un uso de este instrumento metacognitivo mucho más productivo, de modo que se exploran todas sus potencialidades.
El fin último de este texto ha sido negociar el significado real que debe atribuirse al mapa conceptual, un significado no tan conocido como pudiera parecer a pesar de su fama, mostrando múltiples mapas para ayudarnos a comprender mejor esta eficaz herramienta de aula.