Es notorio que en nuestra sociedad actual, día a día, la violencia hacia el prójimo y hacia los bienes ajenos ha venido incrementándose espectacularmente, de tal forma que ha llegado a traducirse en una sensación de inseguridad generalizada, que afecta tanto al ámbito de las personas privadas como al de las personalidades públicas con cargos políticos o institucionales, cuya protección asigna la Ley a las distintas policías en sus diversos ámbitos y en su caso a la seguridad privada. Esa inseguridad ha propiciado un notable incremento de las necesidades y requerimientos de personal de seguridad, tanto por parte de las entidades públicas como de los particulares, con el consiguiente aumento de las necesidades de formación de personas, tanto teórica como práctica, cuya satisfacción viene a constituirse en interés comunitario.