Zamora, Palencia, Soria, Teruel, Segovia, Cáceres, Ciudad Real y Jaén son las ocho capitales de provincias que protagonizan esta obra de Manolo Laguillo. Las imágenes que forman este proyecto artístico constituyen una radiografía y un experimento acerca de los límites de la fotografía.
Estas ciudades presentan unas características físicas muy particulares. No pertenecen a la periferia rica del país, ni tampoco al centro, y su papel, con un crecimiento escaso a lo largo del último siglo, las sitúa en un segundo plano. La transición con el campo, un entorno que estas ciudades poseen, se parece a la que tenían casi todas las de España hace 100 años, cuando la industrialización era prácticamente inexistente. También sigue sin haber una solución de continuidad entre el núcleo urbano denso y el campo.
Esta característica física está relacionada con su tamaño, que es lo suficientemente contenida como para que, sin tener que recurrir al avión, casi resulte posible abarcarlas de un solo vistazo. Este aspecto fue esencial para que Laguillo las escogiera: quería embarcarse en una serie de vedutte, enfrentarse fotográfiamente con el objeto «ciudad» considerado como un todo.