Pintarlos, colorearlos o simplemente observarlos, detiene durante ese instante la vieja mente con sus turbulencias de pasado y futuro, y genera súbita alegría. El hemisferio izquierdo del cerebro, el racional, el estructurado, va perdiendo rigor y tensión, y un rápido entusiasmo creativo se instala en el aquí y ahora.
Claudio María Domínguez