Porque Tana, además de dirigir una floristería, ejerce una segunda actividad mucho más lucrativa: el suicidio de aquellos clientes que, previo pago, han decidido contratar sus servicios por no ser capaces de quitarse la vida por sí mismos.
Una profesión que no le da demasiados quebraderos de cabeza hasta que a su madre, a la que no ve desde hace quince años, se le ocurre la brillante idea de contratar los servicios de un policía para que localice a la hija con la que dice querer remontar asuntos que quedaron si cerrar en el pasado.
Manda flores a mi entierro es la segunda novela de Ricardo Bosque, una historia que demuestra cómo las relaciones entre madres e hijas no son solo complicadas, sino que a veces pueden acabar en crímenes difíciles de explicar.