Era buena. Sí, la niña buena. Me sentaba con las piernas cruzadas. Me callaba cuando me silbaban por la calle. Lloraba todas las noches por no sentirme a gusto con mi cuerpo. Odiaba mi menstruación y el ciclo menstrual. Adoraba los dramas repentinos en las relaciones. Llevaba sujetador cada día. ¿Sexo en grupo? Jamás?
Pero de entre todas las cosas que pude escoger, elegí ser libre. El viaje que hice a mi interior me sirvió de experiencia y aprendizaje. Eso, mezclado con los años de investigación en el ámbito sexual como periodista, me ha llevado a ser quien soy: una mala mujer.
Bienvenida a este aquelarre, hermana. Bienvenida seas, mala mujer.