Anaí López, autora del fenómeno editorial Quiéreme cinco minutos y su secuela, Quiéreme si te atreves, nos presenta en este volumen dos cuentos con un eje en común: la soledad cuando se es mujer y ya no tan joven.
¿Qué tan terrible es atravesar una segunda adolescencia cuando no se tiene una pareja, y sí muchas ganas de tener novio? Ésta es la realidad de Clarisa, una eficiente enfermera a quien le llega una nueva oportunidad para enamorarse cuando conoce a un misterioso camillero que está a punto de perder a un paciente. ¿Cómo podrá Clarisa mantener la concentración en su trabajo (y a sus pacientes con vida), cuando lo único que le importa es volver a ver a aquel hombre que le sonrió y la llamó "manos de ángel"?
En la otra historia, la autora deja en claro que ser la oveja negra de la familia tiene sus ventajas. No hay que lidiar con las tías fijadas y los primos insidiosos que sólo sirven para criticar tus decisiones. Lo malo es cuando tus parientes que tienen más de treinta años de muertos deciden visitarte de sorpresa, y lo primero que hacen es vaciar tu despensa, para después robarse tus ahorros y armar una fiesta hasta el amanecer. ¿Cómo hacer para que alguien que ya no es de este mundo te deje descansar en paz?