Las ciudades, cerradas o abiertas, han tenido desde antiguo su iconografía o su retratística. Y, como ocurre con los retratos de personajes ilustres a los que se trata de enaltecer, las representaciones gráficas de ciudades, con parecida finalidad, tratan de resaltar la belleza, la grandeza o el arte de la urbe.
A lo largo de buena parte de la historia, la ciudad ha sido un espacio clausurado, cerrado. Principalmente ha sido un espacio jurídico, pero también un espacio cultural y de libertad. Esto permite estar al tanto de las novedades en arte, en filosofía, en literatura o en jurisprudencia, y aceptar con más facilidad las nuevas corrientes políticas y sociales, aunque exista siempre el riesgo de que aparezcan los consabidos eruditos a la violeta.
Las ciudades, cerradas o abiertas, han tenido desde antiguo su iconografía o su retratística. Y, como ocurre con los retratos de personajes ilustres a los que se trata de enaltecer, las representaciones gráficas de ciudades, con parecida finalidad, tratan de resaltar la belleza, la grandeza o el arte de la urbe.