En tus manos tienes, amable curioso, la azarosa vida de una mujer, Micaela Rueda, quien, por carecer del cariño materno, se alimenta de la idea platónica de la madre, su Madre Victoria, su álter ego proyectado en las memorias que escribe y encarnado en algunas personas cercanas, buenas y generosas que vendrán a acompañarla. Aunque la historia no quiere ubicarse en el espacio y el tiempo, enseguida se adivina algún lugar de la España profunda de posguerra; aún niña, morirá Heidi en Micaela para dar comienzo su vida de Cenicienta, a la terrible sombra de su madre natural. Y llevará una vida abnegada en que habrá de mirar compasivamente a los salvajes y sentir el gran dolor que hay en saberse diferente. «Es tal la energía y entereza de la protagonista, que en ningún momento nos podemos abstraer del encanto (casi sinestésico, táctil diría) que de ella emana?» Miguel Ávila (profesor de literatura). «No soy crítico literario, pero, si sirve para algo, he ?sentido? su lectura. Observo una gran capacidad de análisis y una buena mirada para montar los personajes.» José Luis Garci (director de cine).