"Tres años después, o sea en 1967, aunque serían solo dos si se cuenta lo de "hacia el 65", llegaba a Madrid Mr. Woodenbrock, todopoderoso presidente de la empresa multinacional en que trabajaba Ian McFly: Woodenbrock Business, S.A. (Tanto renombre rimbombante solo para exportar alcachofas). -Belinda, my dear, Mr. Woodenbrock viene con su mujer a cenar esta noche. Quiero que estén los niños, que las chicas vayan con su mejor vestido e Ian con corbata. -Yes, darling! ¡Qué honor que nos visiten! Seguro que son gente encantadora. -Por cierto, Miss Woodenbrock tiene un pequeño defecto... -¿Cuál?" Ese pequeño defecto y otras muchas cosas más (parece que intrigo al lector, cuando este puede leer el libro o no, o leerlo a saltos o como le plazca), se diluirán en este libro que sale a flote unos tres años después de ser escrito, el texto original, en la hamaca de alguna playa de Marbella, en un bloc de notas de móvil. Una nueva etapa se abre con "Lucecita Del Alma Querida", al tiempo que otra se cierra, aunque las huellas siguen, como las pisadas de arena en la playa; barridas por el servicio de limpieza al día siguiente o por la brisa marina, pero haberlas las hubo y su "Lucecita" queda en esta mi novena obra literaria, primera en esta nueva editorial.