Ejemplos hay muchos, pero el de Elba Esther Gordillo es prototipo del canibalismo que caracteriza al sistema político. Su ascenso al liderazgo del SNTE, en 1989, y su caída en febrero de 2013, muestran el camino que habitualmente han recorrido mandatarios y caciques mexicanos. Durante más de dos décadas, la exlideresa no se abstuvo de ningún método caciquil. El poder sindical y político, así como sus inagotables recursos económicos, la hacían parecer intocable. Pero dejó de ser útil y el sistema que le dio vida es el mismo que la puso tras las rejas. Los rostros de Elba Esther cuenta de manera prolija la vida pública de quien ascendió a las alturas máximas del poder a través del autoritarismo y la traición. Las crónicas e investigaciones periodísticas realizadas por los reporteros de Proceso y publicados por la revista a lo largo de 25 años, conforman el perfil más completo y sin matices de la mujer que desdeñó la oposición sindical, sirvió y criticó al presidente en turno según sus intereses, abusó de los maestros y sus recursos a un grado máximo de cinismo, y que ostentó su riqueza personal hasta la ofensa.