Amantes y bastardos: de los Reyes Católicos a Alfonso XIII He aquí una turbia historia de pasiones e intereses: monarcas de honda religiosidad, obsesionados por el pecado y convertidos en esclavos del sexo; amantes de reyes; discretas mujeres que servían de recreo a monarcas; reinas enloquecidas por el deseo carnal, junto a hombres dispuestos a todo por mezclarse con las corrompidas dinastías... Los Reyes Católicos vivieron, como pareja, en continua tensión por las infidelidades de Fernando; Juana I enloqueció de amor; Carlos V tuvo varios conocidos bastardos, aunque no rompiera su matrimonio con Isabel; la vida privada de Felipe II, llena de amantes y de hijos, contradice su imagen pública de Rey Prudente; se sabe que el casquivano Felipe IV iba a la caza de actrices y de monjas, amó a cientos de mujeres y pobló Madrid de hijos naturales; a su vez, Carlos IV, María Luisa de Parma y Godoy mantuvieron durante años una amorosa «Trinidad en la tierra»; en tanto que a Fernando VII sus cuatro mujeres no pudieron alejarlo de sus incontables aventuras. Su hija, Isabel II, fue una amante insaciable hasta el final de sus días, rasgo que heredaron sus descendientes, los dos Alfonsos. Pero, ¿qué ocurrió con los hijos e hijas de esas uniones de la realeza? Salvo contadísimas excepciones, nunca fueron reconocidos. El destino de ellas era la reclusión de por vida en un convento; el de ellos, el anonimato. Apenas una de las bastardas tuvo cierta relevancia política, «la perfecta» Margarita de Austria, y alguno de los hombres alcanzó gran prestigio, como Juan de Austria, en el campo militar. Mención especial merece don Leandro de Borbón, quien ha conseguido por vía judicial que se reconociera su filiación del rey Alfonso XIII. He aquí una turbia historia de pasiones e intereses: monarcas de honda religiosidad, obsesionados por el pecado y convertidos en esclavos del sexo; amantes de reyes con el único propósito de enriquecerse; discretas mujeres que servían de recreo a monarcas, cuyos arrogantes hijos buscaban la gloria como generales; reinas enloquecidas por el deseo carnal, junto a hombres dispuestos a todo por mezclarse con las corrompidas dinastías... La aproximación a estos personajes y a sus trayectorias vitales constituye hoy un ilustrador complemento de las versiones oficiales, porque arroja nueva luz sobre la personalidad y las actuaciones de esos seres a quienes la suerte de su nacimiento otorgó el cetro y colocó en el trono.