«Gabriel parpadeó, y su vida comenzó otra vez de cero. Sin ningún aviso previo, su pasado fue arrastrado por un denso torrente de color blanco, perdiéndose junto con los recuerdos de todas las personas que alguna vez había sido. Olvidó quién era, dónde estaba, por qué su mundo estaba roto y sucio. Todo el proceso duró apenas un instante, el tiempo que separaba dos latidos de su corazón acelerado. El único testigo de la destrucción fue un rastro de neuronas desgarradas, cubiertas por las cicatrices de decenas de derrotas anteriores. Se escaparon por sus heridas el tacto de la piel de sus antiguas amantes, el sabor de la ginebra, las leyes que regían aquella sociedad agonizante y sin memoria. Por enésima vez desde su nacimiento, Gabriel olvidó todos sus nombres.» Una ciudad sin memoria, asolada por una plaga de origen desconocido. La fotografía de una mujer cuya declaración de amor no sabe si le pertenece. Un viaje que podría cambiarlo todo.