Pero el poder personal, en ocasiones, se pervierte cuando se utiliza como instrumento coactivo para controlar a los demás e imponerles un modo de pensar, una ideología, un estilo de vida, un tipo de moral o unos determinados valores que, obviamente, benefician a quienes ejercen la potestad. Todos los juegos de poder que se dan en nuestra sociedad (guerra, rivalidad fraterna, peleas de pareja, credo religioso, patriotismo, militarismo, acoso sexual, capitalismo galopante...) son manipuladores, ya que pretenden ejercer fuerza para conseguir que alguien haga algo que, dejado a su libre albedrío, no haría.
Del análisis del poder, de sus resortes y manifestaciones, de los abusos y perversiones que, como consecuencia de su ejercicio, tienen lugar en nuestra sociedad,trata Francisco Massó en Los pilares del poder humano.