Todo el mundo necesita un perro. Todo el mundo necesita de alguien que se coma las sobras de la carne en un plato de aluminio junto a la mesa y que duerma en el patio como un ser inferior y miserable mientras el amo, el hombre palaciego, reposa en un catre amplio más cómodo que el suelo. Todo el mundo, por proletario u honrado que sea, por hambriento que esté hasta del estómago, necesita de un perro. Lo que pasa es que nadie lo dijo hasta que Sade, hasta que Diderot. Román Carrasco, el protagonista de esta novela, zigzagueará entre una mujer y otra, a las cuales, de manera casi siempre inconsciente, intentará someter. como a los perros.