Argumento de Los Misterios
En su progresiva expansión, Roma tuvo que enfrentarse muy pronto con el problema de las religiones extranjeras, la externa superstitio, frente a la que la ciudad siempre se mostró recelosa. Sin embargo, la presencia de esas religiones fue cada vez mayor y el imperio no tuvo más remedio que tratar de integrarlas. De todas ellas quizá las menos conocidas sean las religiones mistéricas, probablemente por el celo de sus seguidores en ocultar las enseñanzas que recibían. A colmar esa laguna viene ahora este libro del profesor Alvar en el que se estudia la extraordinaria importancia de esas religiones orientales en el proceso de transformación de los sentimientos religiosos que va desde la época helenística hasta la implantación del cristianismo (siglos III a. C?IV d. C.). En unas páginas escritas con la intención de proporcionarnos una cabal comprensión de la realidad social e ideológica del imperio romano, el autor pone de relieve que si, por un lado, los misterios constituyen un factor desestabilizador de la vieja norma religiosa, por otro, se convierten en elemento integrador, porque en un proceso de influencias recíprocas los dioses nominalmente orientales se adaptan a las expectativas de los nuevos usuarios, dejan de ser puramente orientales y se integran progresivamente en la superestructura ideológica grecorromana.0