En el prólogo de Los Miserables (1862), Victor Hugo denuncia explícitamente la tesis que lo inspirara: revelar la "condenación social", producto de las leyes y costumbres, y bosquejar un cuadro de los tres grandes problemas del pueblo: "la degradación del hombre por el proletariado, la decadencia de la mujer por el hambre y la atrofia del niño por la ignorancia". Y la obra concluye con estas palabras: "... mientras haya en la tierra ignorancia y miseria, libros como éste podrían no ser inútiles". Baudelaire opinó sobre este indiscutible clásico de la literatura: "Los miserables contiene páginas que pueden enorgullecer para siempre no solamente las letras francesas, sino también las de la humanidad pensante".