Los Ladrones de Cerebros (ebook)

Argumento de Los Ladrones de Cerebros (ebook)

Para la contraportada/sinopsis mando dos opciones, para que coloquen la que mejor se adapte al espacio disponible. Porque no creo que cupieran las dos. Opción 1 A Braulio le estaba cayendo bien aquel alemán, se le veía buena persona, un hombre sencillo, simpático y dicharachero. Incluso había llegado a pensar que el alemán pagaría las consumiciones, así lo veía de legal y de majo al tío. La verdad es que no sabemos si tuvo en algún momento esas intenciones, pero el caso es que no pudo llegar a hacerlo, aunque esa hubiera sido su intención, ni siquiera llegó a responder a Braulio, porque en ese preciso momento hizo un gesto muy raro, algo así como si alguien le hubiese enseñado el recibo de la luz, y después se dejó caer del taburete donde estaba sentado, sin decir ni pío. Braulio instantáneamente comprendió que a aquel tipo se lo habían cepillado, sobre todo cuando vio el mango de un cuchillo de Albacete, auténtico, de considerables proporciones, que le asomaba por la espalda y pudo comprobar que en el suelo se iba formando un hermoso charquito de sangre. Si sería agudo y profesional el tío. Opción 2 En efecto, aquella noche, Braulio, provisto de su linterna y su juego de ganzúas y armado con su automática, como de costumbre, se acercó tranquilamente a la habitación del pobre Christian con la sana intención de registrarla un ratito, por si veía algo interesante, pero el infeliz se encontró todo el pasillo lleno de polis, que se le habían adelantado en la idea del registro. Cosa por otro lado evidente, pero es que nuestro sabueso, con las prisas, ni había caído en el detalle de que lo primero que hace la poli, cuando sucede un caso de estos en un hotel o similar, es fisgar las habitaciones de las víctimas. Total, que se hizo el longuis lo mejor que pudo, e hizo intención de ahuecar el ala en espera de mejor ocasión. Sin embargo la Policía en estas circunstancias jamás deja pasar a un individuo sin preguntarle que a dónde va, de dónde viene y cosillas por el estilo, y menos a esas horas y con un cadáver al retortero, así que un par de polis que andaban medio camuflados en un rincón sombrío del pasillo, le abordaron inopinadamente y le preguntaron que a dónde iba. Braulio, muy tranquilo y muy profesional, les explicó que iba a la habitación de una dama que le había invitado a tomar el té. Los policías, que no eran tontos, enseguida se dieron cuenta del percal y le dejaron pasar con una sonrisita que ellos pensaron que era una sonrisita cómplice, y solo era una sonrisita mema y estúpida.0