La crisis de 2008 puso en evidencia las carencias de la democracia española. Con el surgimiento de nuevas fuerzas políticas se abrió paso con fuerza la idea de «élites extractivas» o «casta» que se han aprovechado de las debilidades del sistema. La cuestión es si en lo más alto de la pirámide social se produjo realmente una transición o simplemente consintieron la incorporación de los disidentes antifranquistas más moderados al establishment a cambio de que no se persiguieran los crímenes de la dictadura. De ser así, la corrupción ha jugado un papel fundamental, porque es evidente que a las élites de nuevo cuño se les ha permitido participar del pastel.
En un libro de investigación riguroso y sorprendente, Martínez y Oliveres estudian los distintos centros de poder económico, financiero, político, mediático, para destapar cuánta podredumbre puede haber y para responder a una pregunta subyacente: Si las élites políticas, funcionariales, económicas y financieras no cambiaron en la transición, ¿tiene sentido hablar de régimen del 78 o lo que está en cuestión es un modelo social pactado hace casi 80 años, con el fin de la Segunda República?