El lenguaje rabioso de esta novela nos precipita a una realidad que no imaginamos y apenas podemos sospechar. En medio de la corrupción política, los fraudes bancarios, los chantajes por prácticas sexuales aberrantes y las investigaciones periodísticas ilegales, existe un mundo en el que no hay culpas, ni justicias emocionales, no se establecen normas, tan sencillamente cruel que ni lo que sorprende es susceptible de dañar la propia vida. Un universo que subyace a la aparente tranquilidad de nuestros deseos cumplidos.