En este libro se ha tratado de reconducir la interpretación patriarcal de los Diez Mandamientos hacia una forma de vida matriarcal. Esta nueva óptica ha tomado pie, sobre todo, en el mensaje del hombre de Nazareth. El fin primordial de los Diez Mandamientos no es legislar sobre el orden colectivo, sino la salvación del individuo. Con esto se gana, sobre todo, una nueva imagen de Dios: un Dios que habla en el corazón del hombre y emplea un lenguaje dulce y afable, un Dios que ya no intimida, pero que vincula sólo en la medida en que habla el lenguaje del amor.
Se trata también de ilustrar las condiciones históricas que pesan sobre la formulación de los Diez Mandamientos y de interpretarlos. Aquí se pone en relación el carácter imperativo de los mandamientos con la pregunta por las condiciones psicológicas de su cumplimiento, y ello se hace teniendo en cuenta que la propia conciencia humana es el resultado de una larga historia de evolución animal.
Eugen Drewermann, doctor en Teología, nacido en 1940, es posiblemente el teólogo más conocido en nuestros días. Tras serle retirada la autorización a enseñar y el ejercicio del sacerdocio, ha trabajado como terapeuta y escritor.