La obra de Dworkin ha originado una polémica muy importante que ha trascendido más allá de los círculos académico. Las tesis de Dworkin han tenido más detractores que seguidores. Un lector imparcial se encontrará con la paradoja de que sus críticos le hayan dedicado tanta atención y, sin embargo - si se atiende al contenido de sus críticas-, sostengan que no merece la pena tomárselo en serio. Es muy posible que la paradoja se más aparente que real porque la filosofía jurídica de Dworkin constituye un punto de partida interesante para la crítica del positivismo jurídico y de la filosofía política liberal sobre unas bases más sólidas, progresistas e igualitarias. Todo ello explica el impacto de su obra en el marco de la filosofía jurídica actual.