Intoxicado por el uso del coche, Banham encontró en la conducción por los nudos de las autopistas con sus magníficas perspectivas de la ciudad a vista de pájaro, vedadas por completo al peatón una manera de explicar la ciudad que ya se estaba percibiendo como un miasma de un sprawl confuso y desbocado, mostrando un inusitado entusiasmo por la energía de las autopistas, celebrando cualidades que a menudo eran ridiculizadas por los críticos de la arquitectura y del urbanismo.
Convertido ya en un estudio urbano clásico no solo de Los Ángeles, sino de la historia urbana del siglo XX en general, el libro combina estudios geográficos con una historia de la arquitectura ampliada que no solo se limita al estudio de las arquitecturas oficiales y de autor, sino que se abre a arquitecturas vernáculas, fantásticas, banales y a las grandes obras de ingeniería, todo ello enmarcado en las cuatro ecologías que sirven para explicar la ciudad en su conjunto.